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NUBES QUE AVISAN EL FIN DEL VUELO VISUAL

Publicado por Skylane


Salí hacia las montañas, el cielo estaba nublado a 4000 ft., con una débil llovizna intermitente; una vez que cruce las primeras estribaciones aparecieron unas pocas nubecitas como las de las fotos, sería bueno que las memorice cómodamente sentado en su computadora, porque yo lo hice arriba del avión con bastante sufrimiento, y si bien he leido bastante de metereología, nunca encontré nada al respecto más que mi experiencia.


SI VE ESTAS NUBES CHICAS, SUELTAS, UN DÍA NUBLADO O DE MUCHA HUMEDAD DELANTE DE SU AERONAVE VOLANDO VISUAL, LE RECOMIENDO QUE NO CONTINÚE EL VUELO VFR, PORQUE SON LA PRIMERA INDICACIÓN DE QUE LAS NUBES LLEGARAN AL PISO, APENAS UNAS POCAS MILLAS MAS ADELANTE Y POR MAS QUE LO INTENTE, LO UNICO QUE CONSEGUIRA ES METERSE EN PROBLEMAS.
Estas nubes pequeñas generalmente están aisladas, los bordes no están bien definidos, se recuestan sobre el terreno ondulado, o no superan los 1000 ft. de altura en el llano.
"nubes y montañas, son una mala combinación para los pilotos"
VFR 500 FT. DE ALTURA MÍNIMO, 500 FT. ABAJO DE LAS NUBES MÍNIMO Y 1,5 KM. LATERAL A LAS NUBES MÍNIMO.

LOS PILOTOS por Vincent Torres

Existen dos variedades de pilotos, aquellos que llevan en su sangre la necesidad de volar por la misma razón que necesitan, dormir, comer o respirar, y aquellos que lo hacen simplemente por tarea, por obligación o porque no tienen otra alternativa.
Los últimos, usualmente llegan a la profesión por casualidad, u otra forma no planeada.
Los primeros, frecuentemente tienen la inquietud desde la niñez cuando veían en los aviones algo notable, místico, sublime quizás. Muchos de estos empezaron de pequeños a construir modelos de aeroplanos o acumulando fotos, pósters o cualquier otra colección con motivos aéreos. Conocían las especificaciones y datos de cualquier avión con lujo de detalles. Cuando crecen y tienen la fortuna de realizar su sueño de niñez, disfrutan enormemente su trabajo, se sienten (y son) los hombres más afortunados del planeta.
“Los Pilotos son una clase aparte de humanos, ellos abandonan todo lo mundano para purificar su espíritu en el cielo, y únicamente retornan a la tierra después de recibir la comunión de lo infinito.”
Este grupo conoce la diferencia entre volar para subsistir y subsistir para volar. La aviación les enseña orgullo como también humildad y, a pesar de que volar es un hechizo, ellos caen voluntariamente víctimas de su maleficio. Cuando en tierra y durante días soleados, observan continuamente el firmamento añorando estar allí. Durante días lluviosos y nublados, recrean los procedimientos de vuelo en sus mentes. El piloto sabe que el mejor simulador de vuelo está en él mismo, en su imaginación, en su actitud; porque la mente del piloto está siempre accesible a elementos nuevos y comprende que para volar necesita creer en lo desconocido. No obstante, pilotos son hombres lógicos, disciplinados, que por necesidad precisan de pensar claramente, de otra manera se arriesgan a perder violentamente la vida.
Al sentarse en la cabina, el verdadero piloto no ata su cuerpo al cuerpo del avión, todo lo contrario, a través del arnés, él amarra el avión a sus espaldas, a su completa anatomía. Los controles de la aeronave pasan a ser una extensión de su persona.
Esta simple acción une al hombre y al aparato en la simetría de una sola entidad, en una mezcla única e indescifrable. Cada vibración, cada sonido, cada olor tiene sentido, y el piloto los interpreta apropiadamente. No hay duda de que el motor es el corazón del avión, pero el piloto es el alma que lo gobierna.
Pilotos no ven a sus objetos de afección como máquinas, todo lo contrario, son formas vivientes que respiran, y poseen diferentes personalidades. En momentos dialogan y hasta riñen con ellos. Estos seducidos mortales perciben a los aviones con dotes de belleza incondicional. Porque nada estimula más los sentidos de un aviador que la forma exquisita de una aeronave. No lo pueden evitar, están infectados por el sortilegio y vivirán el resto de sus vidas cautivadas por el embrujo de su belleza.
Para el piloto percibir un avión es como encontrar un familiar perdido, una y otra vez. Cuando el destino trágico muestra su inexorable presencia y vidas se pierden en infortunios aéreos, la esencia del piloto se entristece por lo acontecido. Más no podrá evitar, quizás por un infinitesimal segundo, que la sombra de su pensamiento se remonte al aparato y un golpe de aflicción, por el “amigo” caído, le sea inevitable.
Para el aviador, el sonido de pistones es una espléndida sinfonía, el sonido de un jet la síntesis de la fuerza. Aviones peligrosos no existen, solamente no piloteados adecuadamente. Para él, aeropuertos son altares al talento humano, allí se realizan diariamente los desafíos y milagros frente a la energía de la naturaleza y la fuerza de la gravedad. Son lugares sagrados donde el ritual de volar se exalta y se glorifica. De donde caminos y fronteras se contraen y el mundo empequeñece.
En los que igual se llora de alegría que de tristeza. En donde nacen esperanzas y sucumben ideales. En los que se evocan sitios lejanos y se añoran ausentes queridos. En donde en el sonido del silencio habitan los recuerdos y las hazañas de gigantes.

VUELO EN MONTAÑA

Estudiemos detalladamente la tendencia del clima, las condiciones antes del despegue relativas a nubes, dirección y velocidad del viento, y estabilidad del aire. Demoremos el vuelo si estas son marginales.
En en pistas cortas, si el 71% de la velocidad de despegue es obtenida en el punto medio de la pista, la aeronave despegará en el espacio que queda remanente.
Cuando volemos un terreno que tenga una pendiente que va creciendo, no lo hagamos más allá del punto de no retorno. Este es el lugar donde si la potencia se reduce a ralentí, la aeronave puede todavía regresar.
Aproximemos a las montañas en un ángulo de 45º, que nos permita una via de escape, si encontramos fuerte turbulencia o descendentes.
La turbulencia producida por una montaña depende en gran medida de la forma de la misma y de la dirección y velocidad del viento.
Nunca entremos a un cañón si no hay suficiente espacio para regresar.
No importa si volamos sobre la montaña, dentro de un cañón o cerca de acantilados, siempre mantengámonos en una posición donde podamos virar hacia un terreno más bajo. Esto requiere que el ángulo de aproximación al terreno sea de 45º.
El efecto venturi desaconseja el paso de una montaña, por sus quebradas y valles estrechos, pues puede presentar características que nos dificulten el manejo de la aeronave.
En los aterrizajes, sin importar la altitud sobre el nivel del mar, siempre apróximemos a la velocidad relativa, normal indicada; ni más rápido, ni más lento. Un 10% de incremento en la velocidad de aproximación, causa un 21% de incremento en la distancia de aterrizaje.
No hagamos un shock térmico en los descensos sin motor, ni rápidos movimientos del acelerador que lo estresen.
"evitemos ser complacientes ignorando las señales del clima, el terreno, o el viento"